- ¿Te gustan las flores?
- Se supone que si...
- ¿Cuál es tu preferida?
- ¿Por qué tendría que tener preferencia por una flor?
- No se, la mayoría de las chicas se supone que tienen una flor preferida.
- ¿Desde cuándo soy yo como la mayoría de las chicas?
- Entonces... ¿eres diferente?
- No.
- ¿Pero no me has dicho que no eres como las demás chicas?
- Si.
- ¿Entonces?
- Entonces nada... simplemente soy yo. No soy igual a las demás, como tampoco soy distinta.
- ¿Te gusta liarme verdad?
- Es fácil, mira... a la derecha están las chicas que son iguales y a la izquierda las que son únicas. Y aquí específicamente estoy yo.- dije señalando el en el centro de mi linea imaginaria.
- Entonces, eres mitad igual y mitad diferente.
- No, yo soy simplemente yo.
- ¿Pero entonces...?
En un impulso y sin pensarlo me eche a sus brazos, juntando así mis labios con los suyos. Y me quede allí, entre sus brazos, embriagada por su dulce aroma. Mientras nuestros labios hacían lo posible para no separarse. Muy despacio me separe de sus labios y le susurre:
- Comprendes ahora, que yo soy solo yo.
- Si, ahora comprendo. Que tu eres solo tu y que por tanto no eres igual o diferente a las demás...si no única.