jueves, 12 de mayo de 2011

Adiós


Tras un abrazo y un beso en la mejilla no pude saciar mis labios contra los tuyos, ¡pues en los labios era demasiado elocuente y los demás podrían descubrirnos!, me susurraste al oído con tu típica voz de pito. Era verdad era demasiado elocuente, por ello me tuve que contener, tuve que aguantarme y esperar. Y ahora, que hace solo dos minutos que te bese me entran otra vez estas ganas de comerme tus labios, de rozarlos mil veces contra los tuyos, y saciar en ellos esta ardua pasión. Una pasión que no tiene limites, una pasión con un final triste y doloroso, pero es algo que ni tu ni yo podemos evitar. El destino esta escrito, es algo que no podemos cambiar aunque deseemos con todas nuestras fuerzas. Es algo que tu y yo debemos asumir, esta relación nunca llegara a más. Pero mientras tanto como dice Bécquer: “¿Quieres que conservemos una dulce memoria de este amor?; Pues amémonos hoy mucho y mañana digámonos ¡adiós!” Entonces, por ello te amere, te amare hoy mucho y mañana te diré adiós, quizás con una lágrima o dos. Guardaremos este amor en secreto, guardaremos estos agravios en una cajita de madera, guardaremos en ella los momentos que tu y yo compartimos y si preguntan, “no nos hemos conocido”.

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